Reseña: El joven Sherlock Holmes
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Dos novelas juveniles de Sherlock HolmesAutor: Andrew Lane. La nube de la muerte. Año: 2013. ISBN: 978-84-15803-16-4 La sanguijuela roja. Año: 2014 ISBN: 978-84-16208-21-0 Traducción: Mireya Hernández Pozuelo. Ediciones Siruela. Impreso en España. |
1- Todo gran hombre fue joven alguna vez.
Mucho se ha escrito ya de este famoso detective inglés. Desde el propio canon de novelas de A. Conan Doyle hasta las más recientes interpretaciones en el mundo del espectáculo. En este caso, la reseña que presento es la de una historia narrada antes de la aparición del famoso detective como tal. Lane nos presenta a un Sherlock de 14 años, con las debilidades y fortalezas propias de la edad. Con estas novelas que el autor pretende llevar a 9 entregas, se profundiza en la juventud de uno de los personajes más conocidos del mundo. En palabras del propio autor:
«Arthur Conan Doyle reveló poco sobre los primeros años de Sherlock y desde entonces la mayoría de los escritores también ha evitado esa etapa. Sabemos poco sobre sus padres, e incluso sobre donde vivió…Todo ello me ha dado la libertad de crear una historia de Sherlock que es coherente con las pocas pistas que Conan Doyle dejó entrever, pero que a su vez conduce inevitablemente al hombre que describió Conan Doyle».
El joven Sherlock Holmes: La nube de la muerte. Pág. 280.
Acostumbrados al personaje adulto, quizás esta versión pueda resultar para muchos un tanto floja. El personaje aun no posee algunos de los atributos que caracterizan al Sherlock Holmes que conocemos. Esto es, sin embargo, uno de los mayores aciertos del autor.
por otra parte, en la adolescencia el carácter está en pleno proceso de formación. Se pueden percibir ciertos atisbos de la personalidad, pero las experiencias de la propia vida pueden cambiarnos y mucho. Lo básico, en este caso, está presentado. En las dos primeras novelas de la serie (al menos en español y en Uruguay), tenemos a un Sherlock solitario que se encuentra al cuidado de unos tíos, pero tutelado por su hermano mayor Mycroft Holmes.
Figuras nuevas y otras conocidas.
También tenemos la figura del mentor, aquel que le enseña las bases de los métodos que utilizará más tarde para sus investigaciones. Su mentor es un norteamericano que en algunas partes del libro cumple también la función de protector. No llega a convertirse en una figura paterna más cercana que la de ese padre real distante.
En cuanto al personaje principal, Lane nos presenta a un adolescente un tanto peculiar aunque muy bien adaptado a la época. La curiosidad natural que posee lo lleva a inmiscuirse con rapidez en más de un problema que en varias ocasiones pone en riesgo su propia vida.
Aquí tenemos a un chico sagaz, observador y osado que va cincelando poco a poco los rasgos más conocidos del famoso detective. Aparecen en estas novelas algunas de las aficiones que lo acompañan en las obras canónicas.
Lo interesante de estas novelas es que no pretende presentarnos una personalidad ya constituida, sino el proceso que hace a Sherlock ser como lo conocemos.
2- Ambientación: una buena novela de aventuras.
Estas dos novelas tienen un aire clásico muy interesante. La historia que nos cuentan transcurren en la Inglaterra del siglo XIX y se nota un buen proceso de documentación sobre la época.
Lane nos muestra como era la vida entonces a través de detalles cotidianos (muy bien aplicado lo de «no cuentes, muestra»). El protagonista teme enfrentar castigos físicos en caso de desobediencia hacia sus tíos. Las formalidades son importantes. Se relatan escenas callejeras en ferias de alimentos o de entretenimiento. Los baños de las estaciones de ferrocarril o los medios de transporte de la época y sus inconvenientes. Es un interesante viaje en el tiempo de la mano de un buena historia de aventuras.
«El mercado se extendía por un campo con edificios en tres de sus lados. Había puestos donde vendían montones de cebollas y nabos blancos, patatas, remolachas y otras verduras de colores tan variados que Sherlock ni siquiera conocía. Otros tenían codillos de jamón colgando de ganchos con moscas zumbando a su alrededor y pecado desplegado encima de un montón de paja.»
El joven Sherlock Holmes: La nube de la muerte. Pág. 112.
Otro aspecto que resulta interesante es la claridad con la que Lane retrata cada escenario. Podemos encontrarnos recorriendo un campo, una feria, navegando por un río o escapando en un tren en marcha. El recorrido que el autor realiza nos transporta, además, a varios lugares de Inglaterra, estados Unidos e incluso a las costas de Francia. En cada uno de esos escenarios podemos percibir con claridad cada palmo del terreno y conocemos un poco más del contexto. Por ejemplo, el funcionamiento interno de un barco de vapor:
En algún lugar cercano, Sherlock sabía que abrían un cuarto de calderas independiente en el que los marineros estarían echando carbón con una pala en un horno gigantesco donde se quemaría para producir calor, que a su vez transformaría en vapor el agua de una caldera situada encima y lo haría pasar a esa sala a través de una red de tuberías…»
El joven Sherlock Holmes: La sanguijuela roja. Pág. 155.
3- Trama y personajes: una excelente novela de aventura juvenil.
Uno de los puntos más fuertes de estas dos novelas, es la pluma tan ágil de su autor. Andrew Lane logra en El joven Sherlock Holmes, transportarnos a esos clásicos de aventuras tan adictivos. Son libros muy ligeros, de lectura amena y con mucha acción.
Hay, por supuesto, algunos puntos flojos. La amistad casi instantánea del protagonista con el que se presenta como su mejor amigo, no es muy convincente. Hay actitudes de algunos personajes un tanto extrañas. Pero ninguna de las cosas hacen que pierda valor. Hay que leerlos no como una reseña biográfica de Sherlock Holmes., sino como un excelente libro de aventuras.
Es más bien un juego donde el autor une datos del personaje y recrea sus años de adolescencia. Esto lo convierte no en un trozo de la historia de Holmes, sino en una gran novela de aventuras. Y es que en realidad, el propio personaje no es ni un burócrata ni un ratón de biblioteca.
El Sherlock Holmes de las novelas canónicas es más bien un aventurero muy sagaz que disfruta resolviendo casos que escapan a la policía. Estos dos ingredientes en la personalidad del detective están latentes en el muchacho que nos presenta Lane.
A propósito de la formación del carácter, tenemos a un protagonista que se enfrenta a situaciones que nos van dando pistas sobre sus gustos y aficiones futuras. Tenemos desde boxeo y abejas hasta el encuentro con un violinista que despierta su interés por este instrumento o la aparición de un hombre con tatuajes que le lleva a querer saber más sobre este arte.
La trama de ambas novelas gira entorno a casos complejos en los que el chico se involucra y lo llevan a descubrir un mundo de aventuras y peligros que no conocía. Se enfrenta con dos villanos muy astutos y unos cuantos secuaces que le harán ver la muerte a los ojos varias veces.
El ritmo de las novelas no decae, así como la información presentada en buenas dosis que enriquecen el escenario.
Los personajes están bien definidos, aunque Mycroft Holmes es el único que nos va a resultar más familiar. Como hermano mayor, ya está trabajando en asuntos de Estado y tiene una personalidad más acabada.
En resumen, quien busque al Sherlock que conocemos de adulto en esta historia se perderá un poco. Todos hemos pasado por un período de desarrollo y diferentes etapas dentro del mismo. Al crecer, vamos modificando muchas cosas y hay mucho que dista de lo que resultamos ser de adultos. Incluso muchos, seguimos cambiando a pesar de la edad.
Lo que Lane nos propone es jugar con la imaginación y pensar en un Sherlock adolescente sagaz, osado, solitario, no dado a lo emocional y muy observador. Nos brinda también pistas sobre el origen de algunas de las características, gustos y formas de trabajar de este fascinante personaje.
Se trata de una saga de aventuras muy buena. Lo único negativo es que de las 9 novelas que el autor planea escribir, solo hay dos en español. Esperemos que no sea otra de esas sagas que quedan por la mitad. El abandono de obras a medio terminar parece ser una constante en estos días. Esperemos que Andrew Lane no sufra estos efectos 😉